Los costos de formalización en el Perú pueden representar hasta el 40% de los ingresos mensuales de un microempresario

Eduardo Ballón, investigador principal de DESCO, sostiene que la informalidad en el Perú no es solo una elección de los microempresarios, sino una respuesta estructural a un modelo económico que históricamente ha excluido a amplios sectores de la población. Según Ballón, la informalidad no es una anomalía del sistema, sino una de sus principales características, evidenciando las limitaciones del Estado para integrar a estos actores en una economía formal. En la presentación del Foro: ¿Cómo contribuimos desde el sector privado a reducir la informalidad con miras a fortalecer la  democracia y construir institucionalidad?

Ballón argumenta que el problema radica en un modelo de desarrollo poco inclusivo, donde la burocracia, la falta de incentivos y la percepción de abandono por parte del Estado refuerzan la decisión de los microempresarios de permanecer en la informalidad. Además, resalta que cualquier intento de formalización debe considerar las realidades y necesidades de los pequeños negocios, evitando enfoques punitivos y promoviendo soluciones adaptadas a su contexto.

Para abordar la informalidad de manera efectiva, Ballón enfatiza la necesidad de una reforma profunda en las políticas públicas, que incluya la simplificación de trámites, el acceso real a financiamiento y la creación de condiciones que hagan que la formalización sea una alternativa viable y atractiva para los microempresarios.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 76% de la Población Económicamente Activa (PEA) en el Perú trabaja en la informalidad, lo que representa más de 12 millones de personas. Este dato evidencia la magnitud del problema y la urgencia de implementar estrategias efectivas que incentiven la transición a la formalidad sin perjudicar la sostenibilidad de los negocios pequeños.

Asimismo, estudios del Banco Mundial señalan que los costos de formalización en el Perú pueden representar hasta el 40% de los ingresos mensuales de un microempresario, lo que explica por qué muchos prefieren mantenerse al margen del sistema formal. Reducir estos costos y ofrecer incentivos tangibles podría ser clave para mejorar la tasa de formalización y fortalecer el sector empresarial del país.

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