Eduardo Ballón, investigador principal de DESCO, sostiene que la informalidad en el Perú no es solo una elección de los microempresarios, sino una respuesta estructural a un modelo económico que históricamente ha excluido a amplios sectores de la población. Según Ballón, la informalidad no es una anomalía del sistema, sino una de sus principales características, evidenciando las limitaciones del Estado para integrar a estos actores en una economía formal. En la presentación del Foro: ¿Cómo contribuimos desde el sector privado a reducir la informalidad con miras a fortalecer la democracia y construir institucionalidad?

Ballón argumenta que el problema radica en un modelo de desarrollo poco inclusivo, donde la burocracia, la falta de incentivos y la percepción de abandono por parte del Estado refuerzan la decisión de los microempresarios de permanecer en la informalidad. Además, resalta que cualquier intento de formalización debe considerar las realidades y necesidades de los pequeños negocios, evitando enfoques punitivos y promoviendo soluciones adaptadas a su contexto.
Para abordar la informalidad de manera efectiva, Ballón enfatiza la necesidad de una reforma profunda en las políticas públicas, que incluya la simplificación de trámites, el acceso real a financiamiento y la creación de condiciones que hagan que la formalización sea una alternativa viable y atractiva para los microempresarios.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 76% de la Población Económicamente Activa (PEA) en el Perú trabaja en la informalidad, lo que representa más de 12 millones de personas. Este dato evidencia la magnitud del problema y la urgencia de implementar estrategias efectivas que incentiven la transición a la formalidad sin perjudicar la sostenibilidad de los negocios pequeños.
Asimismo, estudios del Banco Mundial señalan que los costos de formalización en el Perú pueden representar hasta el 40% de los ingresos mensuales de un microempresario, lo que explica por qué muchos prefieren mantenerse al margen del sistema formal. Reducir estos costos y ofrecer incentivos tangibles podría ser clave para mejorar la tasa de formalización y fortalecer el sector empresarial del país.
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